jueves, 9 de diciembre de 2010

Discurso de Orden del General (r) Marcos Miyashiro con motivo del Dia de la Policia Nacional del Peru en la Benemérita Sociedad de Fundadores de la In



Constituye un doble privilegio el encontrarme ante tan selecto auditorio convocado en esta Aula Magna de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores del 2 de Mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria, y el permitírseme hacer uso de la palabra para rendir honores a nuestra Policía Nacional del Perú.
Esta ocasión es propicia para expresar al señor General de División Ejército Peruano, don Carlos Alfonso Tafur Ganoza, Presidente de esta digna institución patriótica, y a los honorables señores integrantes de la Junta Directiva, mi agradecimiento por haber tenido a bien incorporarme a esta Benemérita Sociedad, que lo acepto muy modestamente pero con mucha emoción.
Considero que para tal designación, han tomado en consideración mi trayectoria como Policía; pero yo, en el plano personal, lo acepto como un reconocimiento al esfuerzo desplegado por mi y toda mi familia, a mis padres, mi esposa y mis queridos hijos, ya que sin el apoyo que recibí de ellos durante los años que estuve en la actividad policial, no hubiera sido posible obtener los resultados logrados.
Porque, precisamente, así es la carrera policial, es una profesión en la que cada uno de sus efectivos debe sumergirse en el peligro, porque el peligro es su ambiente natural de trabajo; en donde la preservación de la seguridad ciudadana, el mantenimiento del orden público y la garantía del orden interno, van a exigir al policía, una entrega total al servicio, restringiendo sus otros roles como son la vida social y familiar.
La razón de ser de la Policía Nacional del Perú, es la sociedad peruana, y ella exige que el Policía esté física, intelectual y emocionalmente preparado para garantizarle una convivencia pacífica. Las leyes y normas legales le señalan parámetros que se deben alcanzar, y pese a las limitaciones presupuestales, gerenciales y los pocos recursos logísticos asignados que se constituyen en las herramientas de trabajo para cumplir eficazmente con las múltiples y variadas funciones policiales, el Policía Nacional del Perú, distribuido a lo largo y ancho de nuestra querida nación, realiza permanentes esfuerzos para cumplir con su misión y satisfacer los requerimientos de nuestro pueblo.
La creación de una policía, responde a la necesidad de toda sociedad de contar con una organización que ejerza de manera directa e interpersonal, el control social. El Perú no está ajeno a esta corriente, por eso, desde los albores de la vida Republicana, bajo diferentes denominaciones, hemos contado con organizaciones policiales como lo fueron la Guardia Nacional, Guardia de Policía, Serenos y Vigilantes, Gendarmería; hasta los inicios del Siglo XX, en que estas organizaciones se van modernizando, y en 1919 se crea la Guardia Republicana; posteriormente, en 1922, se crea otro cuerpo policial, la Guardia Civil y el Cuerpo de Investigación y Vigilancia, a la que luego se le denominaría Policía de Investigaciones del Perú, y en 1924 el Servicio de Sanidad de Gobierno y Policía.
Estas fueron las instituciones que en 1985, fueron reorganizadas conformando las Fuerzas Policiales, e integradas bajo un comando único; esta integración constituye el antecedente más próximo al 6 de diciembre de 1988, en que se crea la actual y vigente Policía Nacional del Perú.
Durante su trayectoria histórica, nuestra patria ha sido testigo y lo seguirá siendo, de los actos heroicos y cotidianos de nuestra Policía Nacional del Perú; porque en las grandes urbes y en las áreas rurales, esforzados y sacrificados policías, día a día, en los tiempos de paz y de guerra, con su propio cuerpo y con esa entrega que motiva su vocación de servicio, encarnan aquella frase de “Policía, Pueblo Hecho Ley”.
Así, los vemos presente en la infausta Guerra del Pacífico, en donde Mariano Santos Mateo,“El Valiente de Tarapacá”, integrante del Batallón “Guardias de Arequipa” al lado de otros miembros del Ejército Peruano, lograron arrebatar la bandera del Regimiento Segundo de Infantería. También vemos a los heroicos policías durante el conflicto con nuestro vecino país del norte, en 1941, como el Capitán Alipio Ponce Vásquez, “El Héroe de Carcabón”, quien falleciera emboscado en la Quebrada de Porotillo, luego de haber logrado tomar Quebrada Seca, Carcabón y Huabillos.
Al paso de los años, el Perú vive las amenazas del surgimiento de grupos sediciosos, que amparados en ideologías extranjeras pretendieron quebrantar el sistema democrático, generando un movimiento criminal conocido como las “Guerrillas del 65’ ” que también cobró la vida de valerosos policías que se les enfrentaron, entre los que menciono al Comandante Guardia Civil Horacio Patiño Cruzatti, asesinado junto a los integrantes de su patrulla, y entre quienes se encontraban el Mayor de Sanidad Enrique Torres Gonzales y el Sub Oficial Aquilino Sam Jara.
En la lucha contra la criminalidad, tanto organizada como común, son numerosos los héroes y mártires que la Policía Nacional del Perú puede mostrar orgullosamente como vidas ejemplares entregadas al servicio de la patria; el señor Comandante Guardia Republicana Don Juan Benites Luna y el Cabo Edilberto Dávila Pérez, victimados por narcotraficantes en las cercanías del Puesto de Vigilancia Fronteriza de “El Algarrobal” en Piura; o de aquellos Policías de investigaciones como Alcides Vigo Hurtado y Félix Tello Rojas, entre otros.
Mención aparte, pero muy relevante, merece la presencia de la Policía Nacional del Perú en la lucha contra el terrorismo y la pacificación del país, como el vil asesinato del entonces Coronel Manuel Tumba Ortega, ocurrido sólo días después de la captura del máximo líder terrorista Abimaél Guzmán, a quien nuestro Coronel lo vistió con ese traje a rayas para romper ese mito de indestructible del que gozaba este criminal. Sólo años después, el Gobierno reconoció su sacrificio, ascendiéndolo póstumamente a la jerarquía de General. Algún día, nuestro Pueblo del Perú reconocerá la entrega de más de tres mil vidas de peruanos que vistiendo el uniforme de la Policía Nacional del Perú se sacrificaron en la lucha contra el terrorismo, el tráfico ilícito de drogas y la criminalidad.
Cada día, el policía tiene que asumir nuevos retos; se despide muy temprano de su familia, cuando aún los hijos no se levantan para ir al colegio, con la incertidumbre de no saber si los podrá ver y abrazar a su retorno o si ellos nunca más tendrán la oportunidad de verlo con vida; porque cuando acude a un llamado de auxilio o realiza una intervención policial, no sabe la reacción pacífica o violenta que tendrá que afrontar; pero cada día, ahí está él, nuestro Policía Nacional del Perú, una vida que cuida tu vida. Honor y Gloria a los caídos en cumplimiento del deber.
A las generaciones de policías jóvenes, quisiera que escuchen algunas palabras de un policía del ayer; vosotros habéis escogido una profesión muy digna y sacrificada, tienen que cumplir muy diversas funciones en condiciones sumamente difíciles; muchos tropiezos y obstáculos encontrarán en sus caminos, muchas tentaciones pretenderán hacerlos caer en la red de la corrupción, tanto operativa como administrativa; pero tengan siempre presente que la satisfacción del deber cumplido será vuestra mayor recompensa y la mejor forma de elevar una oración para rendir culto a su Dios.
No esperen que se les reconozca por sus servicios, pero vayan acumulando cada éxito que obtengan en el cumplimiento de sus funciones, dentro de su espíritu y Dios estará con ustedes, manteniéndolos a salvo de todo riesgo, pero cuando llegue aquél momento en que las circunstancias hagan que sea necesario entregar nuestra propia vida, hagámoslo por nuestro pueblo y por nuestra patria; sólo así, con sentimientos de esta naturaleza, nos haremos dignos de ser un Policía Nacional del Perú.
Lima, 03 de diciembre del 2010.

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