domingo, 23 de noviembre de 2008

A LOS TRES AÑOS DEL SUICIDIO DE ADRIANA DAVILA FRANKE

EL SALTO AL VACÍO
El 17 de noviembre del 2005 ,Adriana Dávila Franke , 30 años, actriz, antropóloga, poetisa, aficionada al periodismo, se hospedó en un hostal cerca de su casa y después de quince minutos, se arrojó al vacío . Después de tres años de su ausencia, aún los que la conocieron se preguntan: ¿ por qué se suicidó? ¿era la muerte lo que deseaba o tenía algún otro propósito?
Han pasado tres años desde que la actriz y antropóloga , Adriana Dávila Franke, de escasos treinta años , tomó la fatal decisión de arrojarse desde el cuarto piso del Hostal “Sol y Luna” en Miraflores.
Ella vivía a escasas cuatro cuadras del lugar y el día de su muerte( 17 de noviembre), cogió su mochila de lona y se encaminó hacia la cita eterna con la muerte .
El portero que la atendió en las primeras horas de la mañana se dio cuenta que la mujer estaba deprimida y sobrecogida por una tristeza sideral.
Después de su muerte se ha especulado bastante: era una suicida que sufría de maniaco depresión, había estado en tratamiento psiquiátrico, tuvo una decepción amorosa , etc.
Lo real y evidente es que Andrea ya no vive y tal vez en estos momentos, su familia y aquellos que la estimaron, sienten el vacío de su ausencia.
Casi siempre se habla bien de los muertos porque ya no están y de nada vale resaltar los defectos que tuvieron en vida. Eso está bien , total , ya no se encuentra entre los vivos.
No tuve la suerte de conocerla, hablar con ella, estrecharle la mano, decirle que tenía treinta años y con esa edad las personas no deben matarse, que al día siguiente uno ve las cosas diferentes, que tenga calma, que no se desespere, que existen personas que la estiman, la aman, la aprecian, pero nada de eso vale ya .
La actriz Adriana Dávila Franke, de 30 años de edad, que había actuado al lado de Diego Bertie en el filme Sin Compasión, en 1994, la obra teatral Rock Pelagatos y otra piel, dirigida por Aristóteles Pincho, egresada de la Facultad de Antropología de la Pontifica Universidad Católica y que había publicado una serie de libros , hoy, después de tres años, no se encuentra entre los vivos .
Ahora se puede hablar bien de ella, decir que era una joven tranquila, callada, que no evidenciaba algún problema como para inducirla a arrojarse al vacío para acabar con su vida. Estas frases son bastante mezquino para describirla o resaltar las virtudes de esta joven mujer.
Si la vida a la actriz y antropóloga Adriana parecía sonreírle , por qué se quitó la vida . La depresión que sufría, ¿pudo haberla llevado a tomar esa decisión fatal? Muchas personas sufren de depresión, pero no llegan necesariamente a la decisión de quitarse la vida .
Estoy seguro que nunca se sabrá realmente los motivos que tuvo la joven para lanzarse al vacío.
Sus familiares más cercanos tal vez lo sepan. Nadie sabe lo que pasa por la mente y el corazón de los potenciales suicidas.
Es un misterio que siempre intentaremos descubrir , pero al final quedará flotando siempre la pregunta porque no estamos metidos en su mente y corazón en esos fatales segundos cuando se toma la decisión de acabar con su propia vida .
¿ Decepción amorosa? ¿ Que estuvo ligada sentimentalmente al cineasta Francisco Lombardi?.
Tal vez. Pero debe haber sido muy fuerte, porque la mujer no era una adolescente, tenía treinta años y se supone que a esa edad la mujer ha madurado y se convierte en más racional.
Todos los datos indican que efectivamente estuvo en tratamiento psiquiátrico y recibió tratamiento en el hospital Víctor Larco Herrera.
Cuántos han estado en tratamiento psiquiátrico y están locos de remate y no se matan porque todavía consideran que la vida es bella.
Si algo hay que criticarle o cuestionarle a la bella joven que decidió suicidarse es su egoísmo y no haber dejado alguna carta o papel donde dejaba expresa la razón del porqué tomaba la fatal decisión.
Ha dejado flotando entre sus seres queridos una serie de remordimientos, preguntas, meas culpas y la tristeza y desesperanzas de no haber podido evitar quitarle su valiosa presa a la muerte .
Como todo suicida siempre deja un mensaje o intenta dejar con su muerte alguna señal o remordimiento para aquel que se burló de sus sentimientos o le causó alguna pena que la sumió en la depresión profunda, el Hostal y la habitación 406( donde tal vez compartió con aquel personaje desconocido que le causó honda pena o desamor ) , quedará en su recuerdo y cada vez que pase por ese lugar, volará su imaginación y la verá volando por lo aires con el ala rota . Esa imagen nunca podrá volarse de su mente ni recuerdos.
Que no se extrañe que ese personaje desconocido para quien estaba dirigido el último mensaje de la suicida , el acto simbólico de su muerte, ha ido al sitio, ha subido al cuarto piso, ha estado en la habitación en la misma hora en que se arrojó, se ha asomado a la ventana para imaginarse cómo debe ser la caída de un cuerpo , ante el estupor de los testigos , encima del techo de la Cebichería “Día y Noche” , propiedad de unos orientales y que atienden en la primera planta del hostal. Cuando se retira de la habitación, mira hacia el lugar donde se arrojó e intenta pedirle perdón por no haber estado en el momento en que decidió volar hacia la muerte.
Ese es el terrible mensaje egoísta que deja el suicida y que origina remordimientos eternos, tal eternos, como la muerte misma .
La policía también especula : el motivo del suicidio ha sido una decepción amorosa sumado a una severa enfermedad psiquiátrica que perturbaba su existencia.
¿La auxiliaron? ¿la llevaron a un nosocomio? ¿ pudieron salvarla?
Cuando los transeúntes ven volar el cuerpo de un suicidad , estrellándose encima de un techo , no quieren comprometerse , huyen del lugar .
Adriana murió por traumatismo encéfalo craneano, así fue confirmado por los galenos .
He querido hablar de ella, de la suicida, desde una perspectiva de aquel investigador que se pregunta y trata de encontrar respuesta a la pregunta : ¿ por qué se suicida la gente? ¿Era la muerte lo que deseaba o tenía algún otro propósito?
Nadie lo sabe y tal vez, nunca se sepa la verdadera razón que la llevó a suicidarse .
Sus parientes desconocen el móvil que la impulsó a tomar su resolución. Su padre , Guillermo Dávila, guarda silencio hermético .
Muchos aceptan la especulación que tiene mayor peso: estuvo en tratamiento y, en algún momento, no tuvo otra alternativa que recibir ayuda en el hospital Víctor Larco Herrera y quizá, la perturbación que padecía, la llevó al suicidio.
No habrá algo en su temperamento, antecedentes, acontecimientos de su historia privada que expliquen las razones de su muerte.
Sea cual fuere la razón que la llevó a conducirse así, la víctima de suicidio en el momento de obrar, sabe cuál va a ser el resultado de su conducta, conoce con certeza lo que normalmente debe resultar del mismo.
Muchos cinéfilos la recordarán como la actriz que se hizo conocida como Sonia Martínez, la poco agraciada prostituta adolescente de Sin Compasión , filme basado en la novela Crimen y Castigo de Dostoievski. El cineasta logró que la novel actriz desarrollara su papel de manera convincente como la compañera de Ramón Romano –el Raskolnikoff de Lombardi– interpretado por Diego Bertie, un atormentado habitante de la Lima de los años 80.
Otros la recordarán como la buena amiga de la universidad, la alegre, simpática, estudiosa, creativa y admirada como aquella cibernaútica que no la veía desde la universidad y de pronto se entera que se había suicidado, le dio penal mucha tristeza, no le interesaban los motivos de su decisión – bien pensado porque las razones de un suicida es algo personal , íntimo- se puso a recordarle como una persona tan rica interiormente, tan cargada de creatividad, con tanto talento que ofrecer al mundo, pudo haber hecho grandes cosas por nuestro país , expandir y mejorarlo culturalmente y que recién se había enterado que terminó antropología en la PUCP, que veía temas peruanos andinos y aún continuaba con el teatro, la actuación y la literatura.
Los que la conocieron como estudiante universitaria la recuerdan su especial interés en actividades literarias.
En los noventa escribía en la revista de poesía Vórtice , en la cual plasmó sus vivencias sobre la vida, el amor y la muerte a través de sus versos desgarrados .
Adriana tenía una fibra sensible para la poesía.
La cibernauta la recuerda que en un recital de poemas en la universidad Católica , allá por el año 93, luego de recitar sus aburridos ( si podría así decirlo ) poemas, le dio el paso a ella para que continúe con los suyos que eran simples y profundos, que provocó una algarabía y aplausos al término de su sesión. Con sus poemas tocaba el alma con cuatro o cinco palabras , todo tan fluido, tan acertado. Al final, se despedía y le daba el adiós para siempre en su Post.
Efectivamente , Adriana había egresada de Antropología en la Universidad Católica, tenía 30 años y su vida giraba en torno a su profesión y el periodismo, colaboraba en la sección de Turismo de El Comercio y en la revista Antrophológica editada por la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP.
Además de su amor por la poesía, la antropología, tenía gran sensibilidad social .
El año 2001 había participado en el Proyecto Niños que ejecutó Care- Perú. Dicho año , con el apoyo del fondo editorial de la PUCP, publicó junto al antropólogo Juan Javier Rivera Andía el libro Músicos en los Andes . El texto, breve pero denso y constituye el tercer volumen de la colección Etnográfica, consagrada a temas antropológicos.
No obstante esta vida rica en matices , de desarrollo académico y supuesto equilibrio emocional, Adriana, como muchas personas que se les ven tranquilas y dueñas del mundo, llevan la procesión por dentro. A veces era cogida por esa depresión profunda, sufría de monomanía, pasiones exageradas y en el orden de las representaciones, una idea falsa, pero de tal intensidad que obsesiona al espíritu, enajenándole toda libertad.
El estado general de la vida mental del monomaniático se caracteriza por una exaltación excesiva, depresión extrema y ausencia de equilibrio y de coordinación tanto en el pensamiento como en la acción.
Esta enfermedad la obligaba a seguir tratamiento psiquiátrico en el hospital Hermilio Valdizán.
Para la psicoanalista Matilde Ureta Caplansky, se trataría de un cuadro conocido como trastorno bipolar, el cual produce en los pacientes impulsos suicidas, constituyéndose en una enfermedad muy severa.
Según la especialista, para los pacientes con este trastorno cualquier situación puede ser detonante de una crisis con consecuencias fatídicas. "Sienten el impulso impostergable de quitarse la vida, una sensación de dolor psíquico insoportable y de vacío existencial total", señala al tiempo de enfatizar que estos síntomas se presentan independientemente de la belleza o el aparente éxito profesional.
Según un informe del Programa de Prevención del Suicidio del Instituto Especializado de Salud Mental Honorio Delgado-Hideyo Noguchi, la autoeliminación en mujeres, adolescentes y niñas/os ha tenido un notable incremento. El documento señala que el 72% de los suicidas vivía en Lima y las causas más comunes fueron: problemas sentimentales, maltrato familiar y el abandono de la pareja.
Aunque las modalidades para quitarse la vida son numerosas, las más frecuentes son con arma de fuego, ahorcamiento, ingesta de veneno, precipitación y arma blanca.
La muerte de Adriana se suma a la de otras figuras de la televisión, como la de Mónica Santa María, la eterna dalina que aún vive en millones de pequeñas memorias, pero que se fue de este mundo por propia voluntad el 14 de marzo de 1994.
Cuando era velada, sus amigos o aquellos que sabían de su relación sentimental con el cineasta , Francisco Lombardi, se sorprendieron no verlo en el sepelio. Según dio cuenta un diario local, Adriana también estuvo hace poco de visita en el rodaje de Mariposa Negra , la última película del cineasta, así como en su último cumpleaños, celebrado en una exclusiva discoteca miraflorina.
Analizando y estudiando varios casos de suicidas, he llegado a tomar nota como premisa que la intención de un suicida es cosa demasiado íntima para poder captarla desde afuera , se requiere aproximaciones , porque no estamos en su mente ni corazón en el momento de tomar la fatal decisión .
¡Cuántas veces nos equivocamos acerca de las razones que mueven a un persona a suicidarse!
Continuamente tomamos por pasiones generosas o por consideraciones elevadas, actitudes inspiradas en mezquinos sentimientos o en una ciega rutina.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ni enteradx sobre el final de esta actriz llegué aqui por casualidad luego de ver lo del suicidio de Diego

Anónimo dijo...

Me pasó lo mismo, y que curioso y desafortunado caso. Nadie conoce los demonios de nadie. Luz perpetua para los que ya no están entre los vivos.

Anónimo dijo...

Agosto 2022... Lamentablemente le toco a Diego Bertie.

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