La noticia de su muerte, hace más de 25 días( el sábado 25 de julio ) me cogió de sorpresa .
Recibir la noticia fue algo como un rayo que te fulmina en pleno corazón.
Como comprenderan , tardé algunos minutos en recuperarme y aceptar lo inevitable: el amigo , Lucho Molero, con su inagatable amabilidad, don de gente, ya no está en esta vida .
La muerte lo cogió de sorpresa, lo hizo agazapada, de imprevisto, no esperaba morir o irse de este mundo porque tenía muchos sueños , esperanzas, ganas de vivir.
Pero así es la vida .
Cuando te enteras de que los seres queridos o los amigos también se mueren, vuelves a la realidad, y te das cuenta de que la vida no es eterna , que también los amigos se van de este mundo y que nunca más lo vas a ver, conversar, estrechar la mano.
No sabía que Lucho Molero había fallecido . Dejamos de llamarnos por teléfono un buen tiempo. Y , de pronto, te enteras que la parca lo cogió de sorpresa, se enamoró de él, y no está en este mundo, no dándote tiempo para las despedidas .
La mayoría no se prepara para este decisivo momento en donde todo acaba , todo huye, todo se fragmenta: las esperanzas, los planes, las preocupaciones, los odios, el poder , etcétera.
Esta mañana fui a su casa, y encontré a su querida madrea, la señora Isabel, le pregunté detalles de su muerte , cuándo iba a ser la misa del mes, qué había pasado con su hijo , por qué no me llamaron, cuántos años tenía, se era casado, qué es de sus hijos , qué problemas tenía , qué dijo en los últimos momentos . Tantas preguntas y cuando vive el amigo, nunca le prestamos atención a estos detalles , porque el amigo es amigo y no esperas que algún día se vaya para siempre.
A Lucho Molero lo recuerdo como aquel amigo probado en los hechos , que estaba a tu lado, en las buenas y las malas.
Fue acompañante en muchas jornadas políticas cuando me presenté como candidato para el Congreso y después para la Alcaldía de Lima.
Cuando teníamos que caminar o ir a los pueblos jóvenes o asentamientos humanos, mejor dicho a los cerros en donde viven muchos peruanos sobreviviendo en este país de maravillas, en donde la fantasía supera a la realidad, siempre estaba Lucho Molero, presto para coger la caña y enrumbar hacia la conquista de votos.
Era aprista hasta los huesos, no obstante que daba demasiado afecto al partido que siempre lo tuve de lado, que nunca le dio su lugar . Pero supo ganarse el cariño de aquel aprista del pueblo, el que suda la camiseta, el que nunca pierde las esperanzas.
Lucho siempre estuvo entre los apristas, pero “aprista de corazón”.
También, fue el primero en aparecer cuando pasé una noche en Requisitorias , ese 28 de enero del 2010, con motivo de la querella que sosteníamos con mi archienemigo , cuyo nombre es mejor obviarlo por una cuestión de desazón.
Estuvo velando toda la noche, afuera, en el recinto de RQ, en su vehículo, preguntando qué necesitaba, trayendo café tras café. Y, al día siguiente, temprano , me llevó un terno y me acompañó al Palacio de Justicia .
Cuando salí, abrió camino con su monumental contextura, aleteando , jadeando, gritando:” siga jefecito”, “ el pueblo lo quiere”, con la dignidad al tope. Y su carro, estuvo o presto para sacarme del atolladero o de las andanadas de preguntas de los periodistas , amantes del Show mediático, que como aves rapiñas, esperaban mi salida.
Así era Lucha Molero, siempre atento, con esa nobleza de espíritu de los Cruzados del medioevo que se van a luchar a tierras ignotas persiguiendo un ideal .
Su amistad fue probada en los hechos, siempre leal, amable, servicial, con el gesto de aquel amigo que nunca dice no, que está contigo en las buenas y las malas , que te visita cuando estas fregado, acosado, perseguido y cuando estás en el poder, se aleja prudencialmente, pero sabe que lo llamarás para que te acompañe porque nunca encontraras un amigo más leal, sincero, amable , capaz de quitarse el pan de la boca para dársela al miserable o dar su vida por el amigo y el partido que siempre le pagó mal .
Murió rápido, silencioso, estuvo casi una semana en el Hospital María Auxiliadora, y no supe nada. Eso es mi pesar: no saber que el amigo te buscaba, te llamaba porque se estaba muriendo.
Se fue a los 62 años. La parca se enamoró de él, seguramente, donde esté, está organizando una marcha, cuidando a un candidato, sacándolo raudo del tumulto, manejando con audacia y temeridad para cabrear a la prensa o brindando la mano amiga a aquellos que necesitan algo.
¿ De qué murió? Eso ya no importa. Lucho Molero ya no está en esta vida y ha dejado un tremendo vacío en su querida madre, que sufre todos los días, porque el tremendo cuando la madre sobrevive al hijo, se muere lentamente con los recuerdos.
El miércoles a las siete de la noche , en La Capilla de Alcázar, donde el Padre Loli, el Capellán, se hará la misa del mes- me dijo su madre, una mujer vestida de riguroso negro, que sus ojos no paran de llorar , en momentos que bajaba las escaleras del departamento donde vivió Lucho Molero sus últimos años , en la Unidad Vecinal del Rímac.
Lucho Molero ha tomado la delantera y su muerte me ha dejado pasmado. Alguien dijo una vez que los buenos se van pronto y los malnacidos han hecho un pacto faustiano con el demonio y los ves hasta en la sopa.
Pero , al final, cuando te enteras que el amigo ya se fue de este mundo, tomas conciencia de que la vida es breve, efímera y que nos pasamos la mitad de nuestra vida haciendo infeliz a la otra mitad.
Nos preocupamos pensando lo que pasará en el país dentro de diez años, o quién será el presidente del país el próximo años, que vamos a viajar dentro de cinco años, cuando en realidad, nadie tiene la vida comprada y es más fácil coger un pasaje sin retorno.
Recibir la noticia fue algo como un rayo que te fulmina en pleno corazón.
Como comprenderan , tardé algunos minutos en recuperarme y aceptar lo inevitable: el amigo , Lucho Molero, con su inagatable amabilidad, don de gente, ya no está en esta vida .
La muerte lo cogió de sorpresa, lo hizo agazapada, de imprevisto, no esperaba morir o irse de este mundo porque tenía muchos sueños , esperanzas, ganas de vivir.
Pero así es la vida .
Cuando te enteras de que los seres queridos o los amigos también se mueren, vuelves a la realidad, y te das cuenta de que la vida no es eterna , que también los amigos se van de este mundo y que nunca más lo vas a ver, conversar, estrechar la mano.
No sabía que Lucho Molero había fallecido . Dejamos de llamarnos por teléfono un buen tiempo. Y , de pronto, te enteras que la parca lo cogió de sorpresa, se enamoró de él, y no está en este mundo, no dándote tiempo para las despedidas .
La mayoría no se prepara para este decisivo momento en donde todo acaba , todo huye, todo se fragmenta: las esperanzas, los planes, las preocupaciones, los odios, el poder , etcétera.
Esta mañana fui a su casa, y encontré a su querida madrea, la señora Isabel, le pregunté detalles de su muerte , cuándo iba a ser la misa del mes, qué había pasado con su hijo , por qué no me llamaron, cuántos años tenía, se era casado, qué es de sus hijos , qué problemas tenía , qué dijo en los últimos momentos . Tantas preguntas y cuando vive el amigo, nunca le prestamos atención a estos detalles , porque el amigo es amigo y no esperas que algún día se vaya para siempre.
A Lucho Molero lo recuerdo como aquel amigo probado en los hechos , que estaba a tu lado, en las buenas y las malas.
Fue acompañante en muchas jornadas políticas cuando me presenté como candidato para el Congreso y después para la Alcaldía de Lima.
Cuando teníamos que caminar o ir a los pueblos jóvenes o asentamientos humanos, mejor dicho a los cerros en donde viven muchos peruanos sobreviviendo en este país de maravillas, en donde la fantasía supera a la realidad, siempre estaba Lucho Molero, presto para coger la caña y enrumbar hacia la conquista de votos.
Era aprista hasta los huesos, no obstante que daba demasiado afecto al partido que siempre lo tuve de lado, que nunca le dio su lugar . Pero supo ganarse el cariño de aquel aprista del pueblo, el que suda la camiseta, el que nunca pierde las esperanzas.
Lucho siempre estuvo entre los apristas, pero “aprista de corazón”.
También, fue el primero en aparecer cuando pasé una noche en Requisitorias , ese 28 de enero del 2010, con motivo de la querella que sosteníamos con mi archienemigo , cuyo nombre es mejor obviarlo por una cuestión de desazón.
Estuvo velando toda la noche, afuera, en el recinto de RQ, en su vehículo, preguntando qué necesitaba, trayendo café tras café. Y, al día siguiente, temprano , me llevó un terno y me acompañó al Palacio de Justicia .
Cuando salí, abrió camino con su monumental contextura, aleteando , jadeando, gritando:” siga jefecito”, “ el pueblo lo quiere”, con la dignidad al tope. Y su carro, estuvo o presto para sacarme del atolladero o de las andanadas de preguntas de los periodistas , amantes del Show mediático, que como aves rapiñas, esperaban mi salida.
Así era Lucha Molero, siempre atento, con esa nobleza de espíritu de los Cruzados del medioevo que se van a luchar a tierras ignotas persiguiendo un ideal .
Su amistad fue probada en los hechos, siempre leal, amable, servicial, con el gesto de aquel amigo que nunca dice no, que está contigo en las buenas y las malas , que te visita cuando estas fregado, acosado, perseguido y cuando estás en el poder, se aleja prudencialmente, pero sabe que lo llamarás para que te acompañe porque nunca encontraras un amigo más leal, sincero, amable , capaz de quitarse el pan de la boca para dársela al miserable o dar su vida por el amigo y el partido que siempre le pagó mal .
Murió rápido, silencioso, estuvo casi una semana en el Hospital María Auxiliadora, y no supe nada. Eso es mi pesar: no saber que el amigo te buscaba, te llamaba porque se estaba muriendo.
Se fue a los 62 años. La parca se enamoró de él, seguramente, donde esté, está organizando una marcha, cuidando a un candidato, sacándolo raudo del tumulto, manejando con audacia y temeridad para cabrear a la prensa o brindando la mano amiga a aquellos que necesitan algo.
¿ De qué murió? Eso ya no importa. Lucho Molero ya no está en esta vida y ha dejado un tremendo vacío en su querida madre, que sufre todos los días, porque el tremendo cuando la madre sobrevive al hijo, se muere lentamente con los recuerdos.
El miércoles a las siete de la noche , en La Capilla de Alcázar, donde el Padre Loli, el Capellán, se hará la misa del mes- me dijo su madre, una mujer vestida de riguroso negro, que sus ojos no paran de llorar , en momentos que bajaba las escaleras del departamento donde vivió Lucho Molero sus últimos años , en la Unidad Vecinal del Rímac.
Lucho Molero ha tomado la delantera y su muerte me ha dejado pasmado. Alguien dijo una vez que los buenos se van pronto y los malnacidos han hecho un pacto faustiano con el demonio y los ves hasta en la sopa.
Pero , al final, cuando te enteras que el amigo ya se fue de este mundo, tomas conciencia de que la vida es breve, efímera y que nos pasamos la mitad de nuestra vida haciendo infeliz a la otra mitad.
Nos preocupamos pensando lo que pasará en el país dentro de diez años, o quién será el presidente del país el próximo años, que vamos a viajar dentro de cinco años, cuando en realidad, nadie tiene la vida comprada y es más fácil coger un pasaje sin retorno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario