Por Hugo Müller Solón Coronel PNP ® - Abogado
mullerabogados@hotmail.com
El derecho de huelga permite a toda agrupación laboral de nuestra sociedad hacer frente a situaciones críticas que pueden lesionar sus intereses de forma importante. Este es un derecho fundamental y no ha sido fácil lograrlo. Hoy en día, es habitual leer en los periódicos que tal o cual colectivo ha decidido hacer huelga: Transportistas, médicos, mineros, maestros, enfermeras, estudiantes, agricultores, trabajadores del poder judicial, etc., son sólo algunos ejemplos. En el Perú y por mandato constitucional este derecho no pueden ejercerlo los policías ni los militares.
Aunque la sindicalización y el derecho a huelga están prohibidos para militares y policías, en el caso específico de estos últimos, teniendo en cuenta la gran cantidad de derechos vulnerados que presentan, tendrían hipotèticamente y a pesar de las consecuencias, sobrados motivos para elaborar un pliego de reclamos y plantearse la necesidad de ir a una huelga o por lo menos un paro.
Entonces, si motivos no les faltan, ¿Por qué no hacen nunca una huelga o un paro?
La respuesta, aunque parezca difícil de creer, no es precisamente porque constitucionalmente no pueden o porque de hacerlo serian pasados a la situación de retiro por medida disciplinaria y sometidos a la Justicia Militar.
Revisemos la historia.
El 05 de Febrero de 1975, con estos mismos derechos restringidos, un significativo número de efectivos de la Guardia Civil del Perú, hicieron no solamente un paro, sino una toma de local policial, amotinándose en armas y reclamando mejor trato (debido a un incidente con un Oficial General del Ejercito) y mejoras salariales, hecho ocurrido en la ciudad de Lima y cuya trascendencia y funestas consecuencias sociales es por todos conocida. Por entonces, el Perú se encontraba bajo el régimen militar y dictatorial del General Velazco, las relaciones entre oficiales y subalternos en la Guardia Civil eran eminentemente de carácter profesional, muy diferenciadas por razón del grado, pero con total acercamiento y conocimiento de la vida, necesidades y actitudes de cada subordinado, el respeto de grado a grado era permanentemente y observado por los superiores en rango, la modalidad del servicio policial era de tiempo completo y dedicación exclusiva, el policía era pulcro en el vestir cuando estaba en traje de civil y de inmaculada presentación cuando vestía el uniforme del servicio, un Guardia Civil no podía cargar niños o paquetes estando de franco si estaba vistiendo el uniforme, tampoco podía prestar servicios particulares estando en situación de franco, vacaciones o licencia, las autorizaciones para estudiar en institutos superiores o universitarios estaba totalmente restringida; inclusive para contraer matrimonio, el Oficial de la Guardia Civil debería pedir autorización a su comando y solo se emitiría la correspondiente autorización, luego que los canales de inteligencia correspondientes informaran que la idoneidad moral, social y económica de la futura contrayente, estaba a la altura del Oficial de Policía. El régimen disciplinario era muy severo, el pase al retiro se daba como consecuencia de un breve proceso administrativo de carácter sumario y las faltas se sancionaban con arrestos es decir perdida del derecho de libertad; las faltas graves implicaba incluso que la pérdida de libertad debería cumplirse en recinto cerrado (calabozo). Así, no obstante y bajo este régimen tan estricto, en 1975 se produce este gran movimiento policial liderado desde sus bases por los policías de a pié y que para los analistas entendidos significó el comienzo del fin del gobierno del General Velazco Alvarado. Los lìderes fueron reprimidos por el sistema imperante en esos dìas.
Trentaicinco años después, se anuncia un nuevo Paro Policial el cual debería haberse materializado el 05 de Abril del año 2010, años anteriores se habían hecho otros anuncios similares que no surtieron ningún efecto, pero ninguno como la medida de fuerza anunciada para el 05 de Abril, el principal planteamiento fueron las bajas remuneraciones. Anuncios por internet, radio, televisión, diarios, daban cuenta de comunicados firmados por aparentes organizaciones de policías en actividad y retiro; se especulaba incluso sobre las implicancias y consecuencias que tendría un paro policial en las circunstancias actuales. Cuando los servicios policiales prestados son extremadamente esenciales para la sociedad, se articulan mecanismos de protección, los llamados "servicios mínimos", que impidan el colapso social; por tal motivo el Comando Policial adoptando previsiones para tal evento puso en ejecución el conocido Plan “ARGOS”. Llegado el día y ante la expectativa general de la prensa, los servicios policiales se cumplieron con total normalidad y no se registró ningún tipo de novedad referida al acatamiento del anunciado paro policial. ¿Qué pasó? ¿Por qué los Policías no se plegaron o no acataron la medida de fuerza anunciada con tanta anticipación y con tanto despliegue informativo, incluso por parte de dos policías en actividad que tuvieron la valentía de dar la cara y que ahora se encuentran detenidos?
La respuesta trataremos de deducirla. Recordemos que después de los sucesos de 1975, se produjo un incremento salarial para toda la Policía, incluso para las Fuerzas Armadas. Entre 1980 y 1985 (mandato de Fernando Belaunde) se produjeron incidentes relevantes como el conflicto con el Ecuador (Cordillera del Cóndor), la guerra de las Malvinas (Argentina) y el inicio del terrorismo que distrajeron la atención nacional y mundial; las remuneraciones policiales volvieron a entrar en crisis. En 1985 asume el Gobierno el Señor Alan García, quien de inmediato resuelve desaparecer a la Guardia Civil que era la fuerza policial más numerosa en el Perú de aquel entonces, unificándola con las otras dos fuerzas policiales existentes, la Policía de Investigaciones y la Guardia Republicana, bajo el comando de un Oficial General procedente de esta última institución nombrada. Durante los primeros años de la unificación estuvo totalmente prohibido a los policías hacer alusiones públicas sobre las instituciones policiales que dieron origen a la recién creada Policía Nacional del Perú, mucho menos hacer mención a sus héroes, mártires o fechas de tradicional recuerdo institucional. Esto dio lugar a que secretamente se mantuviera el recuerdo de los aniversarios institucionales mediante celebraciones que en caso de ser descubiertas devendrían en graves sanciones tipificadas “contra la unificación e integridad institucional”. De esta manera y poco a poco se fueron diluyendo en el pasado los recuerdos y los temores iniciales, saliendo a la luz en lugar de ello, los recelos, las argollas y los resentimientos que terminaron de segmentar a la PNP en los denominados “Códigos”. El fantasma de un nuevo paro policial, ya no generaba ningún efecto.
Durante todo este tiempo, la institución policial perdió liderazgo, valores y principios propios, quienes ocupaban los altos cargos eran conocidos para unos y totalmente desconocidos para otros. La típica pregunta ¿Y de que código eres? comenzó a ser habitual entre sus integrantes, en tanto los oficiales y suboficiales que egresaban de las nuevas Escuelas de la PNP no tenían Código y eran mirados como “híbridos”, como los menos, como los que aún no tenían derechos sobre una institución creada a la fuerza y en donde los mas, anhelaban algún mecanismo para recuperar subrepticiamente su institución de origen. La falta de liderazgo, de identificación con la nueva organización policial y las esperanzas de recuperar los espacios perdidos, determinaron en el corto tiempo una mayor ingerencia política en las decisiones policiales y finalmente el dominio total del estamento más importante de comando, el Ministro del Interior pasó a ser quien realmente comandaba la PNP. Pero eso no fue todo, por fuera y por dentro, el fenómeno de la corrupción iba ganando terreno. Finalmente la PNP se convierte en una coladera de intereses, en donde últimamente ya no incumbe de que “Código” es tal o cual persona, sino que es lo que aportas o como te incluyes en los intereses personales de los que están al mando y al comando del Instituto: “o te alineas y entras al sistema o te quedas fuera” La politización y la corrupción, son actualmente el problema más grave en la Policía. El Diario El Comercio en su edición del 5 de Abril, nos hace conocer que en podio de los tres primeros, nuestra policía ocupa el tercer lugar en corrupción en Latinoamérica.
La corrupción policial, es todo un sistema que año tras año se ha venido incrementando, ante la vista de los miles de policías de todos los niveles, que son mudos y temerosos testigos de lo que acontece a su alrededor. Un drástico Reglamento Disciplinario sanciona severamente al policía que denuncie sin pruebas a otro miembro de la PNP castigándolo con expulsión de la PNP de 1 a 2 años (sanción MGE – Contra la Disciplina – Ley Nº 29356). La corrupción corroe con mayor rapidez a quienes tienen el poder en sus manos y no solamente se limita al ámbito económico, se manifiesta de diferentes maneras: aprovechamiento del cargo, tráfico de influencias, familiaridad, entorno, imposición, favor, discriminación, favorecimiento, privilegios, etc. Se rige por la premisa del “vale todo” y continuamente conocemos de algunos casos que salen a la luz pública.
¿Y qué pasó con la situación remunerativa de los policías de menos ingresos?. La situación económica viene pasando por sus niveles más críticos sobre todo con las remuneraciones de miseria de los que tienen menos grado. Sin embargo no existe desde hace mucho tiempo el interés ni la decisión política de mejorarlas, pero si los ofrecimientos no cumplidos y las salidas alternativas para disimularlas mientras están en servicio activo. Hecho que es percibido recién por el policía cuando al pasar al retiro, tiene que enfrentar su triste realidad. ¿Como funciona este sistema?: En primer lugar se ha producido un quiebre total de la disciplina, los principios y valores policiales, la Policía se ha convertido en instrumento del Ejecutivo y por tanto sus mandos se encuentran totalmente politizados, están atentos a los requerimientos de los gobernantes antes que a las demandas de la sociedad; en segundo lugar se comenzó a “comprar” los servicios de los policías de vacaciones para que brindaran seguridad en las agencias bancarias, dando lugar a que poco a poco, esta “venta de servicios” se fuera aperturando legalmente hacia otros rubros, como la custodia de explosivos; posteriormente este sistema fue abarcando los grandes centros comerciales, grifos, ferias; con el incremento de la delincuencia, la demanda por la “compra” de servicios policiales fue aperturada a los particulares con el visto bueno de los comandos policiales quienes regularon la forma de brindar estos servicios; fue una directa manipulación a la vocación de servicio del Policía, quien asimiló esta forma de trabajar como una proyección de su rutina de servicio; tanto así que el Sector Interior, aprovechó esta situación para disponer que los policías que prestaban servicios particulares vistieran todos los distintivos policiales tal y como si estuvieran de servicio, inclusive el conocido chaleco “Lima ciudad segura” tal y conforme los vemos; en esa forma se aprovechó la desesperación económica de los policías por obtener honestamente un ingreso mas para el sustento de su familia, simulándose una gran cobertura del servicio policial, cuando realmente se está cometiendo un gran abuso contra los policías.
Actualmente, lo único cierto y real para los policías peruanos de menores ingresos, es la miserable remuneración que le brinda el Estado por sus servicios, y los aproximadamente 50 soles diarios que pueden obtener por sus servicios particulares en sus horas de descanso o en sus días de franco o vacaciones, sin la cual no podría sobrevivir ni mantener a su familia todo lo cual con el tiempo ya se ha convertido en su forma de existir, en parte de su actividad laboral y en un sistema de vida que comparten “normalmente” suboficiales y oficiales inclusive hasta el grado de Comandante, con la total aprobación, reglamentación y facilidades brindadas a nivel nacional, por sus respectivos comandos. La necesidad economica apremiante lo ha hecho dejar de lado muy a su pesar el concepto de dedicacion exclusiva o de tiempo completo que se le daba al servicio policial o la de espiritu de cuerpo que lo hacia ser solidario con los problemas comunes. Realmente lo más valorado que tiene el Policía para el y su familia es su servicio policial remunerado que no es otra cosa que seguir trabajando en sus horas de descanso, sacrificando sueño, alimentos y el compartir con su familia, de otra manera no podría sobrevivir con dignidad mucho menos con honestidad. Se dan cuenta que con los particulares, incluso el trato amable que reciben, las deferencias y agradecimientos tienen un tono y un nivel diferente al que de manera fría y protocolar suelen recibir en la Institución policial.
Ellos viven ahora el día a día, porque no creen más en promesas ni en ofrecimientos de políticos ni del propio Gobierno, no tienen tiempo para pensar en paros, protestas o reclamos de los policias en retiro, si en el camino llega algo mas adicional lo reciben de buena manera y sin reclamos; tampoco tienen tiempo para pensar que los años pasan y que muchos de ellos pronto estarán en el retiro y que a partir de ese momento ya no habrá más servicios particulares, ni bonos de producción, ni rancho en las comisarías, ni comisiones pagadas para resguardar explosivos o vigilar bancos y tendrá que seguir sobreviviendo pero únicamente con la pensión de miseria que le da el Estado que es equivalente a su mismo sueldo que recibía estando en actividad, pero sin los adicionales antes mencionados, que le hacían percibir una realidad ficticia y aparentemente duradera; recién entonces, estando en el retiro, consideraran que la Defensorìa del Policìa no sirve para nada y que hay que promover y apoyar una huelga policial de policías en actividad para reclamar los derechos de los policías, pero esa huelga policial que tiene como referente el 05 de Febrero de 1975 nunca más volverá a darse en el Perú y no precisamente porque este prohibida por mandato constitucional, sino porque la Instituciòn Policial verdaderamente vive una grave crisis moral, y cada quien ve la mejor manera de cumplir con su servicio y de sobrevivir a pesar de saber que viene siendo explotado, maltratado y mal pagado. La respuesta deducida a la pregunta ¿Por qué los policías no hacen huelga en el Perú? ya la tenemos.
Nota: Respeto y no discrepo con otras opiniones que no esten de acuerdo con mis puntos de vista.
mullerabogados@hotmail.com
El derecho de huelga permite a toda agrupación laboral de nuestra sociedad hacer frente a situaciones críticas que pueden lesionar sus intereses de forma importante. Este es un derecho fundamental y no ha sido fácil lograrlo. Hoy en día, es habitual leer en los periódicos que tal o cual colectivo ha decidido hacer huelga: Transportistas, médicos, mineros, maestros, enfermeras, estudiantes, agricultores, trabajadores del poder judicial, etc., son sólo algunos ejemplos. En el Perú y por mandato constitucional este derecho no pueden ejercerlo los policías ni los militares.
Aunque la sindicalización y el derecho a huelga están prohibidos para militares y policías, en el caso específico de estos últimos, teniendo en cuenta la gran cantidad de derechos vulnerados que presentan, tendrían hipotèticamente y a pesar de las consecuencias, sobrados motivos para elaborar un pliego de reclamos y plantearse la necesidad de ir a una huelga o por lo menos un paro.
Entonces, si motivos no les faltan, ¿Por qué no hacen nunca una huelga o un paro?
La respuesta, aunque parezca difícil de creer, no es precisamente porque constitucionalmente no pueden o porque de hacerlo serian pasados a la situación de retiro por medida disciplinaria y sometidos a la Justicia Militar.
Revisemos la historia.
El 05 de Febrero de 1975, con estos mismos derechos restringidos, un significativo número de efectivos de la Guardia Civil del Perú, hicieron no solamente un paro, sino una toma de local policial, amotinándose en armas y reclamando mejor trato (debido a un incidente con un Oficial General del Ejercito) y mejoras salariales, hecho ocurrido en la ciudad de Lima y cuya trascendencia y funestas consecuencias sociales es por todos conocida. Por entonces, el Perú se encontraba bajo el régimen militar y dictatorial del General Velazco, las relaciones entre oficiales y subalternos en la Guardia Civil eran eminentemente de carácter profesional, muy diferenciadas por razón del grado, pero con total acercamiento y conocimiento de la vida, necesidades y actitudes de cada subordinado, el respeto de grado a grado era permanentemente y observado por los superiores en rango, la modalidad del servicio policial era de tiempo completo y dedicación exclusiva, el policía era pulcro en el vestir cuando estaba en traje de civil y de inmaculada presentación cuando vestía el uniforme del servicio, un Guardia Civil no podía cargar niños o paquetes estando de franco si estaba vistiendo el uniforme, tampoco podía prestar servicios particulares estando en situación de franco, vacaciones o licencia, las autorizaciones para estudiar en institutos superiores o universitarios estaba totalmente restringida; inclusive para contraer matrimonio, el Oficial de la Guardia Civil debería pedir autorización a su comando y solo se emitiría la correspondiente autorización, luego que los canales de inteligencia correspondientes informaran que la idoneidad moral, social y económica de la futura contrayente, estaba a la altura del Oficial de Policía. El régimen disciplinario era muy severo, el pase al retiro se daba como consecuencia de un breve proceso administrativo de carácter sumario y las faltas se sancionaban con arrestos es decir perdida del derecho de libertad; las faltas graves implicaba incluso que la pérdida de libertad debería cumplirse en recinto cerrado (calabozo). Así, no obstante y bajo este régimen tan estricto, en 1975 se produce este gran movimiento policial liderado desde sus bases por los policías de a pié y que para los analistas entendidos significó el comienzo del fin del gobierno del General Velazco Alvarado. Los lìderes fueron reprimidos por el sistema imperante en esos dìas.
Trentaicinco años después, se anuncia un nuevo Paro Policial el cual debería haberse materializado el 05 de Abril del año 2010, años anteriores se habían hecho otros anuncios similares que no surtieron ningún efecto, pero ninguno como la medida de fuerza anunciada para el 05 de Abril, el principal planteamiento fueron las bajas remuneraciones. Anuncios por internet, radio, televisión, diarios, daban cuenta de comunicados firmados por aparentes organizaciones de policías en actividad y retiro; se especulaba incluso sobre las implicancias y consecuencias que tendría un paro policial en las circunstancias actuales. Cuando los servicios policiales prestados son extremadamente esenciales para la sociedad, se articulan mecanismos de protección, los llamados "servicios mínimos", que impidan el colapso social; por tal motivo el Comando Policial adoptando previsiones para tal evento puso en ejecución el conocido Plan “ARGOS”. Llegado el día y ante la expectativa general de la prensa, los servicios policiales se cumplieron con total normalidad y no se registró ningún tipo de novedad referida al acatamiento del anunciado paro policial. ¿Qué pasó? ¿Por qué los Policías no se plegaron o no acataron la medida de fuerza anunciada con tanta anticipación y con tanto despliegue informativo, incluso por parte de dos policías en actividad que tuvieron la valentía de dar la cara y que ahora se encuentran detenidos?
La respuesta trataremos de deducirla. Recordemos que después de los sucesos de 1975, se produjo un incremento salarial para toda la Policía, incluso para las Fuerzas Armadas. Entre 1980 y 1985 (mandato de Fernando Belaunde) se produjeron incidentes relevantes como el conflicto con el Ecuador (Cordillera del Cóndor), la guerra de las Malvinas (Argentina) y el inicio del terrorismo que distrajeron la atención nacional y mundial; las remuneraciones policiales volvieron a entrar en crisis. En 1985 asume el Gobierno el Señor Alan García, quien de inmediato resuelve desaparecer a la Guardia Civil que era la fuerza policial más numerosa en el Perú de aquel entonces, unificándola con las otras dos fuerzas policiales existentes, la Policía de Investigaciones y la Guardia Republicana, bajo el comando de un Oficial General procedente de esta última institución nombrada. Durante los primeros años de la unificación estuvo totalmente prohibido a los policías hacer alusiones públicas sobre las instituciones policiales que dieron origen a la recién creada Policía Nacional del Perú, mucho menos hacer mención a sus héroes, mártires o fechas de tradicional recuerdo institucional. Esto dio lugar a que secretamente se mantuviera el recuerdo de los aniversarios institucionales mediante celebraciones que en caso de ser descubiertas devendrían en graves sanciones tipificadas “contra la unificación e integridad institucional”. De esta manera y poco a poco se fueron diluyendo en el pasado los recuerdos y los temores iniciales, saliendo a la luz en lugar de ello, los recelos, las argollas y los resentimientos que terminaron de segmentar a la PNP en los denominados “Códigos”. El fantasma de un nuevo paro policial, ya no generaba ningún efecto.
Durante todo este tiempo, la institución policial perdió liderazgo, valores y principios propios, quienes ocupaban los altos cargos eran conocidos para unos y totalmente desconocidos para otros. La típica pregunta ¿Y de que código eres? comenzó a ser habitual entre sus integrantes, en tanto los oficiales y suboficiales que egresaban de las nuevas Escuelas de la PNP no tenían Código y eran mirados como “híbridos”, como los menos, como los que aún no tenían derechos sobre una institución creada a la fuerza y en donde los mas, anhelaban algún mecanismo para recuperar subrepticiamente su institución de origen. La falta de liderazgo, de identificación con la nueva organización policial y las esperanzas de recuperar los espacios perdidos, determinaron en el corto tiempo una mayor ingerencia política en las decisiones policiales y finalmente el dominio total del estamento más importante de comando, el Ministro del Interior pasó a ser quien realmente comandaba la PNP. Pero eso no fue todo, por fuera y por dentro, el fenómeno de la corrupción iba ganando terreno. Finalmente la PNP se convierte en una coladera de intereses, en donde últimamente ya no incumbe de que “Código” es tal o cual persona, sino que es lo que aportas o como te incluyes en los intereses personales de los que están al mando y al comando del Instituto: “o te alineas y entras al sistema o te quedas fuera” La politización y la corrupción, son actualmente el problema más grave en la Policía. El Diario El Comercio en su edición del 5 de Abril, nos hace conocer que en podio de los tres primeros, nuestra policía ocupa el tercer lugar en corrupción en Latinoamérica.
La corrupción policial, es todo un sistema que año tras año se ha venido incrementando, ante la vista de los miles de policías de todos los niveles, que son mudos y temerosos testigos de lo que acontece a su alrededor. Un drástico Reglamento Disciplinario sanciona severamente al policía que denuncie sin pruebas a otro miembro de la PNP castigándolo con expulsión de la PNP de 1 a 2 años (sanción MGE – Contra la Disciplina – Ley Nº 29356). La corrupción corroe con mayor rapidez a quienes tienen el poder en sus manos y no solamente se limita al ámbito económico, se manifiesta de diferentes maneras: aprovechamiento del cargo, tráfico de influencias, familiaridad, entorno, imposición, favor, discriminación, favorecimiento, privilegios, etc. Se rige por la premisa del “vale todo” y continuamente conocemos de algunos casos que salen a la luz pública.
¿Y qué pasó con la situación remunerativa de los policías de menos ingresos?. La situación económica viene pasando por sus niveles más críticos sobre todo con las remuneraciones de miseria de los que tienen menos grado. Sin embargo no existe desde hace mucho tiempo el interés ni la decisión política de mejorarlas, pero si los ofrecimientos no cumplidos y las salidas alternativas para disimularlas mientras están en servicio activo. Hecho que es percibido recién por el policía cuando al pasar al retiro, tiene que enfrentar su triste realidad. ¿Como funciona este sistema?: En primer lugar se ha producido un quiebre total de la disciplina, los principios y valores policiales, la Policía se ha convertido en instrumento del Ejecutivo y por tanto sus mandos se encuentran totalmente politizados, están atentos a los requerimientos de los gobernantes antes que a las demandas de la sociedad; en segundo lugar se comenzó a “comprar” los servicios de los policías de vacaciones para que brindaran seguridad en las agencias bancarias, dando lugar a que poco a poco, esta “venta de servicios” se fuera aperturando legalmente hacia otros rubros, como la custodia de explosivos; posteriormente este sistema fue abarcando los grandes centros comerciales, grifos, ferias; con el incremento de la delincuencia, la demanda por la “compra” de servicios policiales fue aperturada a los particulares con el visto bueno de los comandos policiales quienes regularon la forma de brindar estos servicios; fue una directa manipulación a la vocación de servicio del Policía, quien asimiló esta forma de trabajar como una proyección de su rutina de servicio; tanto así que el Sector Interior, aprovechó esta situación para disponer que los policías que prestaban servicios particulares vistieran todos los distintivos policiales tal y como si estuvieran de servicio, inclusive el conocido chaleco “Lima ciudad segura” tal y conforme los vemos; en esa forma se aprovechó la desesperación económica de los policías por obtener honestamente un ingreso mas para el sustento de su familia, simulándose una gran cobertura del servicio policial, cuando realmente se está cometiendo un gran abuso contra los policías.
Actualmente, lo único cierto y real para los policías peruanos de menores ingresos, es la miserable remuneración que le brinda el Estado por sus servicios, y los aproximadamente 50 soles diarios que pueden obtener por sus servicios particulares en sus horas de descanso o en sus días de franco o vacaciones, sin la cual no podría sobrevivir ni mantener a su familia todo lo cual con el tiempo ya se ha convertido en su forma de existir, en parte de su actividad laboral y en un sistema de vida que comparten “normalmente” suboficiales y oficiales inclusive hasta el grado de Comandante, con la total aprobación, reglamentación y facilidades brindadas a nivel nacional, por sus respectivos comandos. La necesidad economica apremiante lo ha hecho dejar de lado muy a su pesar el concepto de dedicacion exclusiva o de tiempo completo que se le daba al servicio policial o la de espiritu de cuerpo que lo hacia ser solidario con los problemas comunes. Realmente lo más valorado que tiene el Policía para el y su familia es su servicio policial remunerado que no es otra cosa que seguir trabajando en sus horas de descanso, sacrificando sueño, alimentos y el compartir con su familia, de otra manera no podría sobrevivir con dignidad mucho menos con honestidad. Se dan cuenta que con los particulares, incluso el trato amable que reciben, las deferencias y agradecimientos tienen un tono y un nivel diferente al que de manera fría y protocolar suelen recibir en la Institución policial.
Ellos viven ahora el día a día, porque no creen más en promesas ni en ofrecimientos de políticos ni del propio Gobierno, no tienen tiempo para pensar en paros, protestas o reclamos de los policias en retiro, si en el camino llega algo mas adicional lo reciben de buena manera y sin reclamos; tampoco tienen tiempo para pensar que los años pasan y que muchos de ellos pronto estarán en el retiro y que a partir de ese momento ya no habrá más servicios particulares, ni bonos de producción, ni rancho en las comisarías, ni comisiones pagadas para resguardar explosivos o vigilar bancos y tendrá que seguir sobreviviendo pero únicamente con la pensión de miseria que le da el Estado que es equivalente a su mismo sueldo que recibía estando en actividad, pero sin los adicionales antes mencionados, que le hacían percibir una realidad ficticia y aparentemente duradera; recién entonces, estando en el retiro, consideraran que la Defensorìa del Policìa no sirve para nada y que hay que promover y apoyar una huelga policial de policías en actividad para reclamar los derechos de los policías, pero esa huelga policial que tiene como referente el 05 de Febrero de 1975 nunca más volverá a darse en el Perú y no precisamente porque este prohibida por mandato constitucional, sino porque la Instituciòn Policial verdaderamente vive una grave crisis moral, y cada quien ve la mejor manera de cumplir con su servicio y de sobrevivir a pesar de saber que viene siendo explotado, maltratado y mal pagado. La respuesta deducida a la pregunta ¿Por qué los policías no hacen huelga en el Perú? ya la tenemos.
Nota: Respeto y no discrepo con otras opiniones que no esten de acuerdo con mis puntos de vista.
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